4 de febrero de 2018

MADRID, POLAROID Y MÚSICA EN MI CABEZA

Madrid siempre me recuerda a ti. Llueve una lluvia perfecta, tan fina que apenas moja y hace que la ciudad parezca más bonita.

Acomodo mis oídos a la música de un jodido cortavenas como Travis Meeks. A todo volumen para no sentir y a la vez sentirlo todo. Camino rápido, muy rápido, para que mis pasos surtan el mismo efecto que con el hiriente músico.

Siempre me sigue sorprendiendo cómo la música produce todo tipo efectos y emociones en el ser humano: vibrar, recordar, estremecerse. Me parece alucinante como te transporta y te lleva a mirar de fuera a dentro. A mi me conecta, como si de repente todo tomara sentido y te llevase a comprender y sentir que eres tu mismo en perfecta comunión con el día.




No se donde estás, a veces tampoco me importa, otras te extraño y recuerdo instantáneas de nosotros como si mi cerebro tuviera una colección de polaroid: Me miras y veo el brillo de tus ojos, yo hablo como un papagayo y me escuchas mirándome como si fuera una niña pequeña,  siempre dudaba si realmente era por ternura o porque te reías de lo que decía como si acabara de contar un chiste sin gracia. Mirabas mis labios,  estabas deseando besarme,  yo esperaba tu abrazo y tú sabías cuando dármelo, me apretabas contra tu pecho durante un rato largo y yo aspiraba para encontrar tu olor camuflado por el perfume a camiseta limpia.

Volvíamos a caminar deprisa y chismorreábamos sobre los personajes que encontrábamos en la ciudad. La extraña fascinación que sentíamos por las viejas con carmín en sus bocas desdibujadas, las mirábamos con una mezcla de repugnancia y admiración por esas uñas roídas pintadas de rojo.

El Madrid que nos gustaba era el de las pensiones de una estrella, las tiendas que conservan mostrador de mármol, balconcitos con bombonas de butano, Casas de comidas, los bares con olor a churros y sonido de tragaperras con la caña bien tirada y un ligero tufillo a tasca.
Nos encantaba ver escaparates, pero los que nosotros perseguíamos eran las zapaterías antiguas donde aún venden las zapatillas de D. Pantuflo y  zapatitos de lunares, las ortopedias con piernas de plástico, aparatos y artilugios extraños, las tiendas de ropa interior  mostrando fajas y bragas de tallas imposible, las ferreterías donde todo es un caos de metal.

Con nuestra ciudad creábamos nuestras sensaciones, a tu lado siempre era como coger un tren en el último segundo.

Y veo las putas, tan solas y tristes como yo y leo los carteles de los mendigos y de nuevo finjo que ya no me importas, que te extraño, te odio y me duele y sigo caminando por este Madrid que era nuestro, y poco a poco las frases del músico van calando mis huesos igual que la lluvia.

2 de diciembre de 2017

Relatos de Anatomía Sonora: COLECCIONISTA DE SINSENTIDOS

Pido café, espero a que me lo sirvan y ocupo mi tiempo en mirar el servilletero sobre la mesa, uno de esos que están tan apelotonados que cuesta arrancar la servilleta sin romperla.
Cojo el papel y busco un bolígrafo, me siento inquieto y conecto  los auriculares a mi móvil, necesito algo de música y me dedico a garabatear porque parece que cuando esperas que venga el camarero a tu mesa tienes que disimular, como si tuvieras la obligación de hacer algo, una obligación contigo mismo como para encontrar tu sitio en el bar,  una manera de adaptarte al entorno y ahora sí, ya puedes observar detenidamente: cuanta gente hay en el local, quien te mira, el tipo de personas que tienes a tu alrededor. No sé, es una paranoia sin sentido.
El camarero me sirve,  de reojo mira los dibujos que he estado haciendo, pone cara de fingir que no ha visto nada aunque he notado como estira levemente su cuello.
Da igual he dibujado cosas sueltas, sin sentido: un ataúd, unas tetas, un cigarrillo, una oreja, un remolino, un enjambre de abejas.
Pienso si estos dibujos dicen mucho de mí desde mi subconsciente. Parece que siempre hay que buscar un sentido a todo, supongo que es algo que nos da seguridad.
Lo del cigarrillo es evidente, también es evidente que pienso en tus tetas, las abejas no sé que significan, el ataúd... Si, soy un tío absurdo, ¿no lo es la propia vida?  la jodida existencia.
A  veces no sé si vale la pena pensar, sobre todo pensar en lo efímero, seguir especulando sobre la vida y  la muerte ¿Y si mientras reflexionamos? ¿Y si mientras escuchas una canción, quizá alguien tiene planes para nosotros?
Tal vez no hay nada preconcebido, no existen planes, no existe nada. Y un día no existes y el sinsentido ya es monumental.
Esto sí que es una paranoia, un espiral de preguntas que no puedo responder, voy de un lugar a otro en mi cerebro. Observo el suelo del local y veo suciedad: suelas desgastadas,  azucarillos derramados, almas rotas, servilletas sucias, cordones desatados,  papeles en añicos, manchas de grasa. Sigo dibujando cosas que no tienen nada que ver unas con otras: un zapato de tacón, un dólar, una guadaña, un corazón roto.
 Ajusto el volumen de mis cascos, pulso el botón adelante y atrás y voy de una canción a otra,  y todo vuelve a carecer de sentido. Me quedo con un tema “Day is Done” de Nick Drake,  “cuando el día acaba”, una preciosa canción.
¡Nick Drake y sus jodidas canciones! al fin y al cabo la historia de Drake sí que es jodida, no se sabe si fue suicido o sobredosis de medicación, que ya es el colmo del sinsentido.
Y la canción bonita me pone muy triste pero sigo escuchándola dibujando y preguntándome cosas absurdas.

7 de noviembre de 2017

Relatos de Anatomía Sonora: SILENCIO, ÓXIDO Y PAJA.

Salí de la ciudad cansado de asfalto, buscaba regresar a la tierra, al reposo de los campos. La ciudad apesta, los perros apestan, los niños apestan, todos apestan con ese olor a urbe, a prisa,  a presencia anodina e insulsa; y sin embargo soy yo el que huye como un apestado.
En todo lo que fue vergel y tierra fértil ahora encuentro un  erial salvaje y agreste.
Hoy mi Anatomía no suena, no entiendo como  el viento es capaz de traer silencio ¿Tan muerta habrá pensado que está esta tierra?
Algo más fuerte que el sol no cesa en su empeño de destrucción y entre el óxido crea un espejismo donde encuentro algunos restos de la  cosecha.
¿Crees que con esta muestra imaginaria será suficiente para poder sembrar de nuevo?

1 de noviembre de 2017

ANATOMÍA SONORA

Yo siempre pensé que era guitarra, me explico: No sé dónde escuché una conversación en la que comentaban que todas las personas somos un instrumento, de cuerda, viento, percusión.

Esto me hizo pensar. Sé que soy anatomía sonora, mi cuerpo está hecho de sonidos así que siempre di por hecho que era guitarra, pero así tal cual, sin reflexionar, simplemente lo sabes. Son ese tipo de preguntas en las que tú ya sabías la respuesta antes de haber sido formulada la cuestión.

Pero por muy claras que tengas las cosas hay veces que  algo te hace recapacitar pues acababa de recordar como sonaba el bajo de Joy Division en New Down Fades y  hoy me sentía exactamente como ese bajo, ya no tenía tan claro que fuese guitarra, al menos habitualmente, de lo que no había duda es que yo era cuerda, aunque en algunas ocasiones pudiera sentirme como ese bajo: denso, pesado, concreto, oscuro.

Es curioso como a través de la música puedes aprender y comprender otras posibilidades de tu anatomía.

¿Qué instrumento sois?

1 de febrero de 2017

CROSSROADS


¿Cómo sabes que es el correcto?
#Porloscaminos #Huellas #Crossroads  #Indecisión #Grietas #TempusFugit #Cicatriz #EnfocaryElegir #Encrucijada

 

21 de enero de 2017

Relatos de Anatomía Sonora: PÁJAROS Y BLUES.

Me he despertado con un terrible dolor de cabeza. Enciendo un cigarrillo, la llama ilumina un segundo la habitación que es un campo de batalla, nuestra ropa, los restos de la borrachera, la almohada y tú sin funda. 

Estoy sudando, esta noche hace un bochorno insoportable. Me acerco a la ventana, cierro los ojos y giro la cabeza en un intento de atrapar la ligera brisa que entra.  Se me eriza la piel y aspiro un par de caladas con placer.

Me gusta esta hora cerca del amanecer, aún está oscuro pero hay unos sonidos que anuncian el alba. Detesto los pájaros pero es en estos instantes cuando me encanta escuchar como despiertan con su trino, canto, piar o como quiera que se llame, ya he dicho que los detesto y pienso que se me va la olla divagando e intentando captar los ecos nocturnos: la sirena de una ambulancia a lo lejos, el camión de la basura. No son sonidos agradables pero es como si gradualmente rompieran la barrera entre la noche y el día, como si  poco a poco te fueran advirtiendo de que pronto todo será distinto, las pesadillas se acaban, los miedos se diluyen; el sopor del duerme-vela, la quietud, los pensamientos y la inspiración se desvanecen lentamente.

Las voces de unos tíos beodos me hacen sonreír y recordar que no es la primera vez que hemos llegado a tu casa tambaleándonos, riendo como hienas. Siempre acabo descalza con la carrera en la media y los tacones en la mano. Me suena casi a ritual; mientras tú abres la puerta yo te miro, la camisa entreabierta, el pelo desordenado, coloco tu flequillo y pienso que me encantas y lo que nos espera.


Es ahí en nuestros combates, en el cuerpo a cuerpo donde nos volvemos vulnerables y el roce de tu cuerpo y la electricidad que me produce el contacto con tu piel la que me hace creer que realmente me quieres.

En el suelo hay tirado un disco de Bessie Smith, con el ultimo vaso escuchamos Empty bed blues  y  pensar en esta canción me devuelve a la melancolía.

Apago mi cigarro, estrujándolo contra el cenicero como si así quisiera apagar toda mi tristeza como si redujese a cenizas mis paranoias. Entre nosotros nunca existieron reglas, nunca nos pedíamos nada a cambio. Tú bebías de mi y yo de ti, pero no me puedo quitar de la cabeza la idea de no volver a verte, tengo mil motivos para hacerlo pero al final ninguno me convence.

El estomago me da vueltas, siento nauseas y desde luego no es por la borrachera, es el temor a que me despedaces y luego tener que recoger unos pedacitos tan minúsculos  imposibles de reparar.

Intento saber porque tengo tanto miedo, puede que sea esa absurda frialdad que a veces tratas de mostrarme y demostrarte, ese afán por levantar la cabeza y fingir que nada te importa.

Yo quiero que seamos lo que somos.  No necesito que me digas que me quieres porque no existe en nuestro vocabulario. Solo me gusta escuchar canciones y reír a tu lado, las camas revueltas, unas cervezas y fumarme un cigarro. No pido bailar vals, ni zapatitos de cristal. Pero no me jodas fingiendo indiferencia, eso es lo que me destroza.

La mañana y su luz se filtran en la ventana, todo está en penumbra, parece un momento irreal, como si fuera una escena de cine en blanco y negro. Recordaré esta luz porque se quedará grabada no se donde en mi mente.  Y me acordaré de esta ventana,  del cigarrillo y de los puñeteros pájaros y la canción que me destrozará pero no podré dejar de escucharla. Y seré capaz de conservar el recuerdo de la sensación de que se apaga la noche y todo cambia y la magia ya no existe, y lo nuestro se diluye.

17 de enero de 2017

Para Ventanas inalcanzables escaleras al cielo.

Ventana que se antoja inalcanzable. Cuesta retirar la mirada que se pierde en el azul. Siempre hay una melodía en mi cabeza,  pienso en que Led Zeppelin me preste una escalera hacia el cielo, tal vez así podría mirar a través de este vano.

Tras la ventana caen melodías de lo ausente.
Tras la ventana vapor y humo.
Tras la ventana el tiempo cae y se diluye.
Tras la ventana el viento.

Subes un peldaño, mi escalera hacia el cielo es resistente. Hace sol, el día es alegre, una ligera brisilla sacude las hojas de los árboles, esa sensación te eriza la piel y te trasladas a risas, juegos y saltos.

Tras la ventana etéreo espacio.
Tras la ventana paraíso inalcanzable.
Tras la ventana reconstruir el tiempo.
Tras la ventana una canción.

Un escalón más, pero existe un muro infranqueable, aunque nadie parece darse cuenta. Sombras que piensan que brillan en sus días simétricos y soporíferos, entonces parece que sueño, Jimmy Page lanza su riff con tanta fuerza que el pesado muro se derrumba y la ventana cae y deja ver el cielo azul que hay detrás.

Tras la ventana espejismos.
Tras la ventana ensoñación.
Tras la ventana sustentar el silencio.
Tras la ventana:
“Hay una dama que asegura que todo lo que brilla es oro y está comprando una escalera al cielo”

19 de mayo de 2016

Relatos de Anatomía Sonora: ENEMIGOS DEL SUEÑO.

El agua caliente golpea en mi nuca y no puedo apartar la mirada del desagüe, el remolino marchándose, desapareciendo para siempre.
Por un momento me siento como si estuviera dentro de una jodida película, como si yo mismo me viera en la ducha. No puedo evitarlo, odio a este tío pero necesito escuchar su canción, necesito hacerme daño, gritar tu nombre y que resuene en mi mente igual que el agua golpea en la ducha.
Estoy obsesionado, necesito música a todas horas, imprescindible coger aliento de una canción, como si todas las melodías escuchadas y por descubrir pudieran salvarme. 

Sigue sonando When I´m down, he tenido que volver a ponerla, era tu preferida, recuerdo que decías que era de esas canciones tan bonitas que duelen. 


Decido salir, no voy a quedarme en casa. A veces siento el impulso de hacer cosas inconscientemente, como si quisiera seguir unas señales que tienen algo que decirme, soy un gilipollas, soy consciente de ello, es demasiado idiota moverse por impulsos. Además estoy solo, es de noche, nadie me ve, nadie me observa, podría sacar todos mis más impuros, privados e impronunciables deseos y sentimientos. 

Mis pensamientos fluyen como los coches cuando pasas por Gran Vía o castellana en hora punta. La noche es distinta, todo se difumina, los límites se diluyen, estas a salvo, toda esta oscuridad no sería posible en la vorágine de la mañana, entre el mundanal ruido, entre la gente todos estos deseos y anhelos no tendrían cabida.
Decido conducir, quiero huir de mi mismo y piso el acelerador, como si yo fuera otro. Solo huir y desaparecer, cada vez más deprisa y pienso que en tan solo un segundo todo podría acabarse, dejaría de existir, sacar de mí esta puta locura. 

La voz de la radio me saca de mi paranoia, ahora suena Gary Moore, ¡joder que temazo! “Midnight blues”, se me eriza la piel, es como si de repente el puto espíritu de Gary me hubiera sacado de las sombras, la canción me transporta, otra vez los recuerdos, pero ahora es una tristeza dulce. He bajado la velocidad y ahora soy consciente de la ciudad, de su pulso nocturno. Ya no es la selva de hierro, en este momento es la ciudad que me recibe desnuda, las luces de neón y la sombras en los callejones, los rostros extraños, Madrid a estas horas sabe y huele diferente, es como si fuera otra, puedo sentir el sentimiento de la ciudad.

Me doy cuenta que hay luna llena, no puedo apartar los ojos y pienso que es curioso como en ocasiones esta luna ofrece claridad en lo oscuro, porque a pesar de todo, lo quieras o no en lo oscuro también habrá luz. 

Voy a tomarme una puta copa así podré encontrarme con el tipo que soy y que hace tiempo que no encuentro. Somos enemigos del sueño, estamos hechos de otra pasta, no nos gusta dormir, por mucho que nos digan que es imprescindible, estoy hasta los huevos de escuchar lo cojonudas que son 8h nocturnas. No quiero dormir, al menos en la noche, quizá hasta que esté lo suficientemente borracho para entrar en ese duermevela en el que solo pienso en ti, tengo Síndrome de Diógenes sentimental, ¡lo mío es patético!, soy coleccionista de imágenes y me dedico a guardar sin control cada detalle de ti. Pronuncio tu nombre, mezclo escenas, situaciones y recuerdos, tu pelo, tu cuerpo, tu sexo, el olor de tu piel y consigo mancillarlos lo suficiente para que sean como yo quiero en mi imaginario nocturno.
Solo quiero dormir para echar polvos oníricos en los que tú y yo nos frotamos en lo etéreo, me hundo en tu cuello, en cada hueco de tu cuerpo y mientras estoy dentro de ti ya estoy sintiéndome solo. Mi despertar es tibio, cálido… ¡y duro cual piedra! me quedo con esa sensación de soledad, sabiendo que es imposible que vuelvas. 
Y como siempre en mi mente suena una canción, “unajodidacanción” de soledad.


Me gusta este bar, me gustan las viejas que vienen a merendar por las tardes, pero cuando mas me gusta es por las noches, cuando solo quedan un par de personas, es ahora cuando me recuerda a aquel cuadro de Hopper, Nighthawks, Halcones de la noche. Halcones como yo, borrachos como yo, desgraciados que recuerdan mis propias miserias, como los cuadros de Hopper, ¡hijos de puta! Siempre terminan inmortalizando mi jodida soledad.

Lo sé, continuamente me estoy contradiciendo porque me quejo de mi soledad pero no puedo vivir sin ella, porque la necesito para pensar, para divagar y terminar enlazando pensamientos sin sentido. Me gustan las pelis con finales tristes y las escenas donde la gente se odia pero acaba follando. Los tíos con la cara de cráter, que Johnny Winter sea albino y las tetas blancas con pecas y pezones sonrosados…

Al final de la noche todo se desvanece, todas las esperanzas, ilusiones, todo ese bullir de la noche, todo se hace jirones y con hilo de araña se desvanece en el devenir cotidiano, el día y su bullicio, machaca los sueños y pisotea la noche.